Culiacán, Sin.- Orgulloso de su formación en la vida, los valores y anécdotas que vivió con su padre, el señor Benjamín Moreno, en la bahía de El Conchal en la sindicatura Eldorado, es como Leonel Moreno Soto expresa que “todo el que nace aquí, tiene que ser pescador de a fuerzas”, con una sonrisa y un tanto de pena en su rostro.
Leonel es originario de El Conchal, una bahía donde agradecen a Dios por la diversidad de especies marinas que habitan en el mar, como ostión, callo de hacha, camarón, pescado como pargo, robalo, botete, entre otros; el sustento de prácticamente la mayoría de las familias del campo pesquero.
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Leonel Moreno, a sus 33 años, recuerda como desde niño la pesca le llamó la atención y es que ya lo traía “en la sangre” por el gusto de su padre. Como es costumbre de niño solo se le permitió observar en la orilla, y a los ocho años, cuando bajaba la marea, pescaba ostión; fue a los 15 años cuando inició su vida de pescador, con su propia lancha.
“Tiene uno que trabajar, porque la vida del pescador es dura y es lo que me motivó y de ahí yo iba y pagaba mis estudios, todo, ahí fui chambeando (…) yo empecé con mi papá, él fue el que primero nos fue guiando, y ya como a los 15 años yo ya me dediqué solo me iba a pescar, yo ya sabía más o menos donde estaban las partes que tenía pescados, ostiones”, expresó
De la pesca, y en apoyo al sustento de su familia, surgió el recurso para cubrir sus necesidades, luego ya como un hombre casado y próximo padre, cuando pescar no era suficiente o llegaba la inevitable temporada de lluvia, Leonel optó por trabajar en empacadoras, sin dejar nunca de anhelar su regreso a la bahía.
Fue así que, con el consejo de su padre que ha aprovechando que se construyó el malecón, empezó a vender ostiones y pata de mula en una mesita, productos que él mismo pescaba y ofrecía a los turistas que llegaban a El Conchal.
Leonel, presume ser el primer ostionero, y convencido de ofrecer un producto de calidad, con el mismo crecimiento del negocio, cinco años después de su pequeño emprendimiento, el menú empezó a crecer a platillos de barra fría como el tradicional aguachile, hasta una variedad de barra caliente. Y la mesita se convirtió en una palapa a un costado del mar, con los ostiones a la mano.
La marisquería “La Despeinada”, se ha consolidado tanto que, Leonel se convirtió en un empleador y pescador. Su rutina inicia a las 7:00 de la mañana, para revisar que insumos hace falta en el negocio; a las 09:00 horas ya tienen todo listo para recibir a los comensales hasta las 19:00 horas, horario que tienen de lunes a domingo.
En el transcurso del día es cuando aprovecha para salir a pescar, mientras su familia está lista para atender a los comensales que lleguen a su palapa de mariscos.
Cuando el flujo es menor, aprovecha para ir a pescar pero más como de tiempo de ocio con su esposa, hijos, hermana, quienes llevan alguna botana para pasar el rato.
“Es muy bonita la pesca, la vida del pescador, tiene sus altas, sus bajas, pero pues sí, como te digo, yo aquí vivo muy tranquilo, muy a gusto”, compartió.
Entre sus anécdotas, recuerda rápidamente cuando a sus 18 años, una noche decidió salir a pescar con chinchorro, cuando ya estaba por tirarlo al mar, se enredó en su bota, cayó al agua helada y por el frío que sufría tuvo que regresarse a su casa sin nada. Esa historia le hace reír cada vez que lo cuenta.
Aún es larga la trayectoria que queda para el pescador Leonel, quien dice que gracias a Dios y todo el esfuerzo, ahora tiene una vida más cómoda, con mayor estabilidad. Su hijo, Leonel, también muestra interés en la pesca y así, el ciclo de una familia de pescadores navega su camino en el mar, pero en específico, en la bahía El Conchal, en Eldorado, Sinaloa.
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