Mazatlán.- La muerte es parte inherente del ciclo de la vida. Sin embargo, perder a un ser querido es una de las etapas más difíciles que debe afrontar y superar toda persona. Implica entrar a un estado de dolor, de incredulidad, de coraje y finalmente de resignación.
Si a todo lo anterior le añades que la pérdida es de un hijo, el dolor es todavía mayor y difícil de aceptar.
La tanatóloga Cony Rojas afirma que ningún ser humano está preparado para una pérdida ni cuando se trata de un paciente terminal.
“La pérdida de un hijo, muchos autores lo señalan como un duelo que nunca se supera. Eso es imposible, sería algo maravilloso, pero no se puede”.
Autores establecen que el duelo o la pérdida de un ser querido comprende siete etapas que cada persona las vive y enfrenta de manera diferente; de caer en una etapa de shock, viene la negación, la ira, la tristeza para pasar a la fase del dolor y la aceptación, para finalmente aprender a salir adelante con el dolor.
Desde un punto de vista religioso, el vicario de la Catedral de Mazatlán, padre Jesús Armando Durán Sánchez, señala que la muerte es un misterio, pero también es sinónimo del paso de la vida terrenal a la vida eterna, como lo enseñó Jesucristo, por lo que, quienes pierden a un angelito, deben tener la certeza de que ahora vive en el paraíso.
“Dios es lo que nos enseña y la Iglesia, ¿qué es la muerte?, es un paso en el que todos estamos llamados a estar con Dios. Tristemente pasa que para muchos niños su proceso en este mundo es muy corto; muchas veces hasta en las mismas personas embarazadas que están a punto de dar a luz y cualquier complicación en el embarazo pierden a su hijo, o niños pequeños que nacen enfermos y en el transcurso de la edad o que en un accidente mueren. El papel que aquí tiene la Iglesia es dar esperanza a esas madres al decir que Dios no nos abandona, aunque muchas veces no comprendamos el misterio de la muerte”.
Para enfrentar la pérdida de un hijo, muchas veces no basta el apoyo de la pareja o de la familia. El papel del tanatólogo entra aquí para dar acompañamiento a las personas durante el proceso de duelo, que incluso puede durar años, y en donde el riesgo de caer en depresión severa es muy alto. De ahí la importancia de buscar este respaldo profesional, mencionó Cony Rojas.
“Lo que uno busca desde un enfoque terapéutico, es la recuperación del sentido de la vida; ayudar al paciente a que recupere o encuentre un nuevo sentido de la vida. Por eso muchos padres que pierden la vida de sus hijos por enfermedad, hacen fundaciones y ayudan a otros padres para encontrarle un sentido a la pérdida”.
Para el sacerdote Jesús Armando Durán, una pregunta que muchos padres o madres de familia se hacen es ¿por qué ellos pierden un hijo?’, lo cual es entendible, dijo, pero consideró que también se puede cuestionar ¿para qué? y en este sentido, lo mejor es agarrarse de la fe.
“La Iglesia nos dice que no nos abandona, aunque permita esas situaciones difíciles. Es ahí donde la Iglesia invita a las mamás a agarrarse más de la fe de Dios, porque es el momento en que más se necesita porque humanamente llegamos al límite de nuestras fuerzas”.
Tanto el sacerdote como la tanatóloga coincidieron en que enfrentar la muerte de un hijo nunca será fácil, por lo que lo más recomendable es siempre buscar ayuda profesional o en la fe, para superar este proceso de dolor y que la mamá, el papá y los hermanos, recuperen el sentido de la vida y aprendan a vivir con la pérdida.
