Los Mochis, Sin.- La manipulación de la información y de los valores morales, así como la corrupción que se vivía en los medios de comunicación hace más de 50 años y que Salvador Novo lo plasmó al enmarcar una historia en el periódico “El Mundo” de su magistral obra “A Ocho Columnas”, siguen latentes actualmente, así lo expresaron los asistentes a la puesta en escena que este jueves se llevó a cabo con gran éxito en el Teatro Ingenio.
“Es muy actual”,
-¿La corrupción sigue dándose?
-“Y la manipulación en los medios, sigue dándose en las redacciones, escriben lo que quieren, hay manipulación de la información”.
-“Está muy interesante, si se asemeja a la realidad y eso definitivamente se ha visto toda la vida, la manipulación se está dando, se sigue dando, la corrupción, todo el tiempo se ha manipulado todo, está muy bien actuada”,
-“Muy buena, la verdad es lo cierto de lo que se habla y ahí es la justicia y la injusticia lo que sale a relucir”, dijeron.
La obra que fue considerada como la mejor obra del 2018 y que fue adaptada y producida por Fernando Bonilla, contó con un magnífico elenco integrado por Luis Miguel Lombana (Torres), José Carriedo (Carlos), Sophie Alejander Katz (Martha) Fernando Bonilla (Enrique), Alondra Hidalgo (Celia) y Adrián Vázquez (Diputado Gómez) quienes deleitaron a los presentes con su actuación.
“No quiere leer mis cuartillas?
-“Las leeré mañana, si es que se publican?
-¿Cree que no estén bien?
-No, no es eso, a usted le parecerá admirable, digno de elogio cuanto le haya dicho el doctor Fernández, pero un periódico no se puede arriesgar con suscribir una opinión tan parcial”.
-“Pero si son puros hechos señor”
-“Yo lo dudo, el doctor Fernández es un hombre honesto, pero usted no le ha escrito un reportaje, sino una oda y esto perjudica al doctor Fernández, sea imparcial, esa es la labor de un verdadero periodista, ser objetivo”, expresaron.
Esta importante obra que fue presentada por la temporada SAS ISIC 2019, también resalta la imparcialidad y la objetividad con la que se debe manejar un periodista honesto, que no debe tomar al periodismo como un poder, sino como un servicio y antes de comportarse como tal, tiene que hacerlo como persona.
