Ubud/ Indonesia.- La película Eat, Pray, Love ha convertido la isla de Bali en un
lugar de peregrinaje de treintañeras y cuarentonas que quieren emular a
la actriz estadounidense Julia Roberts en su búsqueda de “paz interior”
y, si es posible, un novio como el español Javier Bardem.
En la cinta, Roberts interpreta a una periodista y escritora
estadounidense que tras un divorcio y una crisis existencial emprende un
viaje por Italia, India y Bali, mientras que Bardem da vida a un
brasileño del que se enamora al final de su periplo.
El filme está basado en el libro autobiográfico homónimo de la escritora
y periodista Elizabeth Gilbert, que relató el viaje en forma de diario
íntimo.
Algunos locales y expatriados en Bali -los que no viven del turismo- no
ven con buenos ojos a estas místicas visitantes “que se buscan a si
mismas” , ataviadas con saris y libros sobre yoga.
En Ubud, situada entre campos de arroz en el corazón de la isla,
transcurre la romántica historia entre Gilbert y su amante brasileño,
que con su calvicie tipo “Picasso” y sus canas se aleja bastante del
físico del actor español.
La primera parada obligada para las entusiastas de la película es la
clínica-restaurante de la “curandera espiritual” Wayan Nuriasih,
anunciada en la guía de viajes Lonely Planet como uno de los personajes
que aparecen en el libro y la película.
Una estadounidense de mediana edad asoma con una guía en la mano y una
sonrisa beata por la consulta de Wayan y contempla el interior como
quien visita un lugar sacrosanto de peregrinación.
Tres mesas ocupan el recibidor-restaurante de la consulta y, junto a las
estanterías de los tarros de plantas y especias y los libros de
remedios y recetas, cuelgan las fotos de Wayan, Gilbert y la propia
Roberts.
La curandera vive en la planta superior, junto con su hija Tutti y dos jóvenes que adoptó al
encontrar abandonadas.
“Wayan no está esta mañana, está rezando en el templo y esta tarde tiene
varias consultas” , informa con una amabilidad contagiosa uno de los
siete trabajadores empleados en la tienda.
Gilbert cambió radicalmente la suerte de Wayan, una divorciada que vivía
al borde del desahucio, al recaudar 18 mil dólares para comprar los
terrenos y construir la consulta.
Desde el libro y la película, no paran de llegar clientes para probar su
menú especial multivitaminas, que incluye papaya, algas, arroz rojo o
zumo de mandarina con miel y lima, por casi siete dólares o someterse a
un tratamiento completo de salud de unas tres horas (unos 95 dólares) .
La segunda parada, aún no anunciada en las guías de viajes, es la
vivienda-consultorio de Ketut Liyer, el vidente y artista con el que
arranca el peregrinaje de Gilbert-Roberts por la culinaria Italia, la
mística India y la sensorial Bali.
“Después de ver la película y leer el libro, me vine a Bali para vivir
las mismas experiencias que Liz Gilbert” , explica Caroline, una
sudafricana al final de la treintena, acompañada de una amiga.
“Lo mejor de Eat, Pray, Love es que es una historia real,
puedes venir a Bali y visitar los mismos lugares y hablar con las mimas
personas de la historia” , agrega en la puerta del consultorio de Ketut.
“Fue muy fácil encontrar este sitio, todos los taxistas de Ubud conocen
la dirección” , señala con una sonrisa cómplice la treintañera de
Sudáfrica.
Aunque Ketut asegura que tiene 96 años, Gilbert explica en su libro que
podría tener hasta 112 de acuerdo con las anécdotas que le contó durante
sus frecuentes charlas.
“Desde que se publicó el libro, he recibido muchos clientes, de Estados
Unidos, Australia y Canadá sobre todo, pero también algunos de Europa y
España” , afirma Liyer, vestido con un turbante balinés y una falda o
“sarong” amarillo.
Con gesto satisfecho tras una larga jornada de trabajo, este amable
anciano entrega a una empleada del banco los honorarios que cobra por
leer la mano, unos 13 dólares, y los ingresos del albergue y la galería
de arte que incorporó al negocio tras la publicación del libro.
“No me puedo quejar, no me puedo quejar, definitivamente Liz me atrajo buena suerte” , reconoce con una mirada algo pícara.
El relato Eat, Pray, Love fue un éxito internacional por el
estilo ingenioso y tragicómico con el que Gilbert desvela los episodios
de su biografía, los avatares que experimenta en el viaje y hasta sus
pensamientos más íntimos.
La película, que se rodó con un presupuesto de 60.000 millones de
dólares, ya ha recaudado más de 100 mil millones desde que su estreno el
pasado agosto.
Sin embargo, muchos críticos consideran la cinta de “inconsistente y superflua” , mientras que
Lonely Planet califica el relato de Gilbert como “libro maldito” ,
porque considera negativo para la ya bulliciosa Bali la avalancha de
“místicas en busca de sentido” que ha provocado.