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Cuba recuerda a Benny Moré, "el Bárbado del Ritmo"

Cinco décadas después de su muerte, aún es recordado en Iberoamérica, donde los nombres de muchos poblados cubanos se dieron a conocer en la voz del Benny, quien dedicó canciones a muchos de estos lugares.

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La Habana.- Con una serie de actividades, los cubanos recuerdan hoy a Benny Moré
(1919-1963), uno de los artistas más emblemáticos de la música popular
cubana, al cumplirse el aniversario 50 de su fallecimiento.     La ciudad de Cienfuegos, en el centro-sur de la isla, es la plaza
principal del homenaje a Bartolomé Maximiliano Moré, su verdadero
nombre.En su natal Santa Isabel de las Lajas, los lugareños y
autoridades culturales, acompañados por la Banda Municipal, realizaron
este martes la tradicional peregrinación hasta el cementerio donde
descansan los restos del “Sonero Mayor”.Frente a la tumba del Benny, familiares y amigos lo recordaron entre música y anécdotas.También en el Museo Municipal se desarrolló la Canchánchara, con
descargas de poetas y trovadores, en tanto la Biblioteca local “Luis
Emilio de la Torre” abrió una exposición de fotos y libros sobre la vida
y obra del “Bárbaro del Ritmo”.Un momento esperado es el
toque de Makuta en el Casino de los Congos, lugar que Benny Moré visitó
desde su niñez y allí aprendió a tocar tambor, además de conocer los
ritmos afrocubanos.Una parranda campesina en la Plaza de
Santa Isabel de las Lajas será el epílogo del homenaje al músico cubano
de talla universal, que falleció el 19 de febrero de 1963.En
la localidad cienfueguera de Palmira, donde Moré actuó por última vez,
pobladores y visitantes acudieron a la escultura de bronce que lo
inmortaliza en el Paseo del Prado, donde recibe veneración.Otra obra monumental lo honra en la ciudad de Manzanillo, en la oriental
provincia de Granma, una pieza de bronce que presenta al cantante y
compositor en una pose típica de bailador y con sus atuendos habituales,
como su sombrero alón y el bastón.Benny Moré jamás estudió
música, ni sabía leer el pentagrama, pero aún así se le considera el más
grande intérprete cubano de todos los tiempos.Entró en los
grandes escenarios de la mano del legendario sonero Miguel Matamoros,
quien luego de escucharlo una vez lo invitó a formar parte de su
agrupación.En su versatilidad, compuso y cantó en diversos géneros, como el son, bolero, rumba, cha cha chá y mambo.Cinco décadas después de su muerte, aún es recordado en Iberoamérica,
donde los nombres de muchos poblados cubanos se dieron a conocer en la
voz del Benny, quien dedicó canciones a muchos de estos lugares.Para México, este cantor de pueblo tiene una significación especial, ya
que residió y trabajó en ese país en la década del 40 y allí comenzó su
carrera discográfica como solista.Cantó, además, junto a
figuras de la talla del “rey del mambo”, Dámaso Pérez Prado, y actuó en
filmes mexicanos como “Carita del cielo” (1946), junto a la rumbera
Ninón Sevilla; “Fuego en la carne” (1949), con Meche Barba, y “Novia a
la medida” (1949).Durante los seis años que permaneció en
México, país que lo deslumbró -según confesara-, Moré penetró para
siempre el mundo de la jazzband, y decidió que ese era el formato
orquestal idóneo para sus creaciones musicales.Al regresar a
Cuba vio consagrado su triunfo durante el segundo encuentro con Mariano
Mercerón y con la legendaria banda de Bebo Valdés, y las exitosas
grabaciones con Ernesto Duarte.Su Banda Gigante, a la que
llamaba “la Tribu” y estaba integrada por negros –como él–, estuvo
ausente mucho tiempo de los salones aristocráticos, pero sus conciertos
rápidamente llegaron a ser masivos, llenos de gente que le amó y valoró
su arte.Con un innato sentido musical, “el Benny” dejó su
huella en canciones memorables como “Vida”, “Bonito y sabroso”, “Qué
bueno baila usted” y “Cienfuegos”.La última actuación del
afamado cantautor fue el 17 de febrero de 1963 (dos días antes de su
muerte) en Palmira, cerca de su pueblo natal, donde después de
entregarse “en cuerpo y alma” a su público, ingresó en gravísimo estado,
al parecer por la ruptura de una várice encefálica debido a una
cirrosis hepática desatendida durante años.Su muerte,
ocurrida a los 44 años, sorprendió dolorosamente a todos los cubanos, y
su sepelio fue uno de los más concurridos que hayan tenido lugar en la
isla caribeña.Para los cubanos, su voz sigue siendo nueva,
recordada, anhelada, y nunca deja de escucharse por las emisoras locales
de radio.TJ

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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