Ciudad de México.- Creador de un
sonido único con la guitarra, instrumento que aprendió a tocar a los
ocho años, se dice de Carlos Santana que hace magia más que música.
El guitarrista nacido en México, que mezcló el rock con sonidos latinos y
africanos, cumple 65 años el viernes fiel a su propia tradición sonora.
Su virtuosismo es el pasaporte que lo mantiene en la patria reservada a
los genios de la música y con el que ha ganado premios Grammy y llenado
conciertos en todo el mundo.
Santana, catalogado como uno de los 15 mejores guitarristas de todos los
tiempos por la revista estadounidense “Rolling Stone”, nació en Autlán,
Jalisco, en el oeste de México el 20 de julio de 1947. Su padre era
violinista de un grupo de mariachis.
Ha tenido algo más que destreza en los dedos para permanecer en el gusto
popular. Por lo pronto, es notable su fidelidad al sonido latino con
que supo pintar el rock anglosajón y con el que irrumpió de forma
vertiginosa en el Festival de Woodstock en 1969.
Piezas memorables como “Samba pa’ti”, “Mujer de magia negra” y “Oye cómo
va” se quedaron grabadas en la memoria colectiva y lo convirtieron en
prácticamente un héroe para millones de latinos en Estados Unidos.
Lejos quedaron sus trabajos como lavaplatos y barrendero en una San
Francisco de los 60, habitada por miles de latinos que iban en busca del
sueño americano y a la que Carlos Santana llegó con su familia,
proveniente de Tijuana en 1961.
Tiene la ciudadanía estadounidense desde 1965 y en esa tierra nacieron
los tres hijos que tuvo con su primera esposa desde 1973, Deborah King,
que le pidió el divorcio en 2007.
“No puedes obligar a nadie a que te quiera”, fueron las palabras de
Santana al conocer las intenciones de su esposa, a quien solía llamar
cariñosamente “mi chocolata” y para la que está escrita “Mujer de magia
negra”.
Unos pocos años después inició un romance con la baterista del músico
estadounidense Lenny Kravitz, Cindy Blackman, 12 años más joven que él y
con la que se casó en 2011.
Leal a su misticismo “ecléctico”, como él mismo llama a ese conjunto de
ideas que lo hace proclamarse ateo pero devoto de la virgen de
Guadalupe, apolítico pero siempre cercano a las causas sociales y atento
a las necesidades de los más pobres con su fundación benéfica Milagro,
Santana presentó en mayo su disco 36, “Shape Shifter”.
El álbum constituye su particular homenaje a los indios nativos de
Estados Unidos. Está inspirado en la disculpa que Australia ofreció a
sus aborígenes en 2008 y en la disculpa pública que el presidente Barack
Obama brindó a los indígenas de su país en 2009.
Consta de 13 temas poderosos desde el punto de vista instrumental, casi
todos de la autoría del célebre guitarrista, y representa un regreso a
sus orígenes musicales, un hecho nada casual para un hombre que no duda
en calificarse como “un hippie eterno”.
“Soy un hippie que siempre ha llevado con honor y por lo alto el nombre de mí país”, dijo en 2009.
Carlos Santana ha vendido más de 100 millones de álbumes y es miembro de
El Salón de la Fama del Rock and Roll. Ha sido acreedor a diez premios
Grammy.
Suele declararse discípulo del guitarrista de Tijuana Javier Bátiz y del
estadounidense B.B.King. Sin embargo, dice que su “verdadero maestro”
ha sido siempre su padre.ne
