Ciudad de México.-Los golpes de frustración entre los propios aficionados auriazules en
las tribunas correspondían a esa sensación que dejó su equipo en la
cancha. Pumas está de nuevo contra la pared por haber dejado en su casa
un empate a cero que es derrota por reglamento de competencia y presagia
eliminación, si se mantiene para el partido de vuelta.
Y para aderezar aún más el cerrado duelo, la polémica se hizo presente
cuando en el último suspiro, Martín Bravo decretó el 1-0 alentador, pero
el silbante Roberto García Orozco anuló el tanto por una presunta falta
de Darío Verón sobre Ricardo Osorio, antes de enviar el servicio a
Bravo.
Con ello, la necesidad de una gesta heroica se avecina para los Pumas una vez más en esta Liguilla.
Acceder a la final del Apertura 2010 depende de ganar otra vez fuera de
casa y en un campo del que ya salieron goleados este torneo. La igualada
al pie del Cerro de la Silla le será insuficiente el domingo para poder
disputar un nuevo título del futbol mexicano.
Es claro que los antecedentes inmediatos dan crédito a los
universitarios. Derrotaron al América y al Cruz Azul cuando su vida
dependía exclusivamente de un triunfo, pero lo cierto es que adquirieron
en esta Liguilla el malsano gusto por desperdiciar la localía. Han
dejado a un lado la fama de inexpuganble del Olímpico Universitario y
los regios sacaron el resultado que más le acomoda para el partido de
vuelta.
Los cuatro hombres de peligro de los regios le mostraron a los
universitarios que hace falta algo más que garra y motivación para
doblegar al sublíder de la competencia. En la primera parte, Humberto
Suazo puso nervioso a Darío Verón; Neri Cardozo y Luis Pérez
confundieron a Israel Castro y Leandro Augusto; Aldo de Nigris le
imponía su fuerza a Efraín Velarde.
Justo el volante de Monterrey le arrancó una sonrisa inquieta a Sergio
Bernal, tras rematar al poste que evitó el 0-1. Guillermo Vázquez,
técnico auriazul, caminaba sin ton ni son. Era claro que buscaba una
explicación a la paradoja de que los ataques de su escuadra comenzaban
en Dante López y terminaban en Marco Antonio Palacios.
En la segunda parte, los auriazules buscaron el despertar de su rugido.
Se fueron al frente furiosos, sin tomar en cuenta el potencial ofensivo
que los visitantes mostraban en cada contragolpe. El mensaje del
estratega local con el ingreso de Juan Carlos Cacho no podía ser más
claro: ir con todo, dejar la piel para tratar de llegar con ventaja al
cotejo de vuelta.
La apuesta de Vázquez fracasó ante la mirada de tranquilidad de Víctor
Manuel Vucetich. La falta de eficacia de Martín Bravo, Juan Francisco
Palencia, Javier Cortés y Cacho agradaba al llamado Rey Midas, quien
sólo tiene que echar mano de su sabiduría para volver a encerrar a los
felinos en una jaula táctica que logre maniatarlos como ayer.
El Olímpico Universitario se fue apagando. Sólo aparecían los gritos
ahogados hasta que Bravo los revivió con esa anotación que no fue, dada
la anulación del silbante a la jugada previa de Verón sobre Osorio.
Pumas siguió intentando, pero en esa insaciable búsqueda por no quedar
en desventaja para viajar a Monterrey, terminaron siempre despejados por
los defensas visitantes.
Ahora, los del Pedregal vuelven a la situación que más les acomoda: ser
víctimas y con medio pie fuera de la Liguilla. Ya saben venir de
atrás… pero Monterrey y el Tecnológico los querrán rematar, para no
permitir que el caballo negro de la Liguilla cumpla con su meta de
alcanzar la final.
