Mazatlán, Sin.– Más allá de la afición, los jugadores, el equipo y todo lo que rodea a lo deportivo, tanto fuera como dentro del estadio el regreso de la pelota invernal motiva a decenas de personas, que por un trimestre llevan un peso a su hogar.
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Los vendedores de cerveza, los palomeros, los de las salchichas asadas, el de los cacahuates, los meseros que promocionan su lugar de trabajo o los que venden banderas, silbatos o souvenirs alusivos al rey de los deportes, pero sin lugar a duda los “viene, viene”, que cuidan y vigilan los carros en las afueras del estadio, evitando robos o algún percance que le arrebate la seguridad al aficionado que viene a disfrutar del juego de pelota.
Alejo Velázquez es una de las personas que llegan a trabajar de ocho a nueve horas en las principales calles aledañas al estadio Teodoro Mariscal, desde hace cinco años , este trabajo indirecto le ha ayudado a llevar un peso a su hogar para solventar algunos gastos, luego de estar pensionado, consigue empleos y el estar escuchando los gritos de la afición, a la gente encaminarse al inmueble u observar los colores de este club, lo motivan a continuar pegado a este trabajo, que, con muchas ansias, espera su llegada en la recta final de cada año.
“Tengo cinco años, soy pensionado y me vengo a trabajar desde las tres de la tarde hasta las 12 de la noche . La de fuera dependemos del beisbol, del comercio, del ‘viene, viene’, tenemos una ilusión de llevar un ‘cinco’ a la casa” , comentó.
“Se siente, se vibra, inclusive ya no hay boletos para entrar, ya está todo vendido”, agregó.
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- Esperaba con ansias la llegada de la LMP: Don Alejo
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Sin alguna tarifa de por medio, don Alejo espera a cada uno de los dueños de los carros para cubrir su servicio, donde la propina ronda desde los 10 hasta los 50 pesos por vehículo, sumando un lustro en esta faceta de su vida.
“Me dan de a veinte, de a treinta, cincuenta, de a diez pesos, lo que caiga es bueno, yo no tengo cuota, lo que me den es bueno. Yo no cobro nada, lo que sea su voluntad, parece que le va a uno más bien que cobrando, a veces que cobras una tarifa, no están contigo y mejor se van a otro lugar”, expresó.
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Ahora serán más de 30 días donde Alejo podrá ir y venir en su bicicleta, con la esperanza de salir avante cada noche de beisbol y llevar las buenas nuevas a su hogar.
