?Viena, Austria.- El tenis tiene aún esa aureola aristocrática y alérgica a las
excentricidades que da aún más visibilidad a un jugador como Daniel “el
loco” Köllerer, que no despierta muchas simpatías entre sus compañeros
del circuito profesional.
Köllerer, que en su página web se hace llamar “Crazy Dani”, acaba de
cerrar un año nefasto después de lesionarse en una muñeca este mes,
hundiéndose hasta el puesto 241 después de llegar al 55 de la ATP en
2009.
En lo que es el número uno indiscutible es en incidentes y polémicas, lo
que le ha acarreado varias sanciones deportivas, por no hablar de que
uno de sus rivales le denunciase a la policía y que otros dos perdieran
la paciencia y terminaran por agredirle.
Su fama de jugador complicado le precede y sus discusiones con los
jueces de silla, y sus burlas a los recogepelotas, rivales y hasta del
público son ya conocidas.
Uno de los episodios más difundidos recientemente ha sido la agresión
que sufrió el pasado abril por parte de Stefan Koubek, que le agarró del
cuello después de que le hubiera llamado “gilipollas” . Koubek fue
descalificado, pero su acción fue aplaudida por el público.
Koubek aseguró tras ese rifirrafe que “todos los jugadores” le odian y
que “si el público (internacional) supiera lo que dice, le partirían la
cara”.
“Lo vergonzoso es que actúa como si él no hiciera nada. Como si fuera la
víctima. Hay que tener cojones para reconocer que se ha hecho algo mal,
y él no los tiene” , aseguró al diario “Salzburger Nachrichten” el
veterano jugador.
En junio, el jugador brasileño Julio Silva lo denunció ante la policía
italiana tras un partido del torneo Challenger Regio Emilia. Durante
todo el partido se dedicó a lanzarle insultos racistas como “vete a la
selva, mono” y a imitar sonidos simiescos.
Martin Slanar, un tenista austríaco que presenció lo sucedido, testificó
ante la policía. “Ocurrió lo habitual. Daniel se comportó como siempre,
pero además hubo expresiones racistas. Dijo tantas barbaridades que no
puedo recordarlas todas” , recordó Slanar al portal “Tennisnet”.
El tenista asegura que se han recogido firmas para que sancionen a
Köllerer, que cae tan mal que no encuentra a nadie con quien calentar,
algo que sólo puede hacer ya con su entrenador.
Otro tenista, Rainer Eitzinger aseguró: “Nos avergonzamos como austríacos, lo que Dani hace no tiene nombre”.
Un mes después, en julio, fue descalificado durante un encuentro con el
holandés Robin Haase, en el Challenger de Cordenons, en el que, tras ser
penalizado por insultar al público, le descubrieron hablando con su
entrenador en una pausa.
Este año también ha sido sancionado con 15 mil dólares por permitir
enlaces de páginas de apuestas con su web personal, algo
antirreglamentario.
Todos estos incidentes se produjeron después de que en 2009 muchos se
hubieran alegrado por el cambio de actitud del jugador, que pareció
haberse centrado en explotar su indudable talento.
Antes de ese año se consideraba un caso perdido. Ya en marzo 2006 fue
sancionado con una suspensión de seis meses por su comportamiento
antideportivo. Un mes antes, en Acapulco, insultó en castellano a
Nicolás Almagro, después de que éste ganara un punto.
Una vez que cumplió su sanción ganó en Montevideo un encuentro contra el
italiano Fabio Fognini. El entrenador del transalpino dirigió una carta
a la ATP.
“En diez años no he vivido una cosa parecida. Köllerer ha insultado,
provocado, y se ha saltado las reglas. Los ataques se dirigían contra el
oponente, el público y la ciudad de Montevideo”, aseguró.
En esa carta afirmaba que la actitud del austríaco era antideportiva y
que era una “bomba de relojería”. Alrededor de 200 personas, entre
jugadores y entrenadores, se sumaron a esa carta que pidió de forma
infructuosa la suspensión del jugador.
El fallecido Federico Luzzi también le agredió después de que a Köllerer
se le ocurriera darle la mano tras haber escupido en ella. Y estos son
sólo los incidentes que han tenido más trascendencia. Quedan en el
tintero otros muchos.
¿Pero qué le pasa?, ¿de dónde saca tanta agresividad?. Köllerer ha
acudido a varios psicólogos, pero no han conseguido calmarle. Y la
cuestión es que fuera de la pista es un tipo tranquilo, no bebe, ni
fuma, ni es un amante de las juergas nocturnas.
Pero se transforma en la pista. En algunas ocasiones ha reiterado a los
medios austríacos que tiene “mucha energía en su interior” y apunta a un
conflicto infantil, cuando sus compañeros en la escuela de tenis de la
ciudad de Linz se reían de él y su entrenador de entonces le exigía que
desquiciase a sus rivales con artimañas.
