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GUADALAJARA.- Volvió a brillar como ningún otro futbolista rojiblanco.
El problema es que, ahora sí, fue el último capítulo del idilio entre
las Chivas y Javier Chicharito Hernández.
El joven sensación del futbol mexicano se fue cabizbajo hacia la banca
de su nuevo equipo. Chocó la mano del hombre que lo sustituyó, Danny
Welbeck, y respondió tímidamente a la ovación de un pueblo que todavía
lo idolatra, al que ayer otorgó una nueva alegría.
El Chicharito comprobó que lo mejor de su futbol aparece cuando viste la
casaca rojiblanca. Su presencia bastó para cambiarle el rostro a la
ofensiva de un Rebaño Sagrado que estrenó de la mejor forma su nuevo
estadio, con un triunfo sobre el laureado Manchester United (3-2).
La conexión con Adolfo Bautista y Alberto Medina permanece intacta,
magia de la que carece con los británicos. La conseguirá con el tiempo,
cuando los Diablos Rojos le saquen provecho al desequilibrio que el
chico aporta en todo el frente de ataque.
Fabio, Darren Gibson y Correy Evans sufrieron con su vertiginosa
velocidad. Para ellos fue como un interescuadras en forma; para Javier,
la mejor manera de darle las gracias a los aficionados que lo admiran
profundamente.
Su nombre fue coreado como ninguno. Los decibeles se dispararon cuando
horadó la portería inglesa, gracias a aquel magistral zurdazo (8′).
El festejo se lo guardó. Ahora se debe al ManU y ofreció disculpas por
la anotación, mientras los más de 40 mil aficionados chivas le rendían
pleitesía, al igual que sus compañeros durante el primer tiempo, quienes
lo miraban con cierta nostalgia, como si imaginaran lo mucho que le van
a echar de menos.
Casi todos respetaron el homenaje que recibió al participar con ambos
equipos. Héctor Reynoso se salió del script con aquella falta que le
cometió cerca del área tapatía. El goleador respondió inmediatamente con
un disparo que casi vence a Luis Michel.
Estuvo cerca de igualar su propio partido, pero la de ayer era una fiesta chiva y él tampoco desentonó.
El Manchester United pareció entenderlo así durante grandes lapsos del
cotejo, en los que apostó por replegarse y buscar el contragolpe. Las
Chivas lo agradecieron e impusieron su ritmo, basándose en la velocidad
de Alberto Medina y Omar Arellano, además de la cadencia de Adolfo
Bautista.
El Bofo también desempeñó un rol protagónico. Más allá de que le
devolvió la ventaja al Rebaño Sagrado (38′), llenó de confianza a los
jóvenes Michel Vázquez y Mitchel Oviedo, con quienes se asoció en el
segundo tiempo.
Héctor Reynoso fue la otra estrella. José Luis Real le otorgó el gafete
de capitán y el fornido central le retribuyó con liderazgo y
contundencia. Su certero remate con la cabeza (58′) marcó la diferencia
final.
También se fue ovacionado cuando llegó el momento de la sustitución, al
igual que Michel, quien dio paso a Sergio Arias, aquel portero campeón
del mundo Sub-17 en 2005 y quien ha sufrido para establecerse en la
Primera División.
Ya sin varios titulares en el campo, el duelo perdió brillo. Las miradas
se centraron en la banca visitante, donde el protagonista de la noche
observó los últimos minutos con cierto desenfado. Le habría gustado no
irse con el revés… Y en parte lo cumplió, porque fue básico en el
triunfo del equipo en el que pulió las cualidades que hoy lo tienen como
una de las principales esperanzas de los Red Devils.