México, D.F.- Él se alimenta de puñetazos y golpes. Tanto así que “si me ponen mañana
al diablo, peleo contra él”, paladea Saúl Canelo Álvarez (40-0, 29 KO).
Convertido en personaje favorito de la televisión, pronto los amantes
del boxeo lo identifican por su cabello pelirrojo y sus múltiples pecas.
Ahora quiere cortar de tajo todos los comentarios que han puesto en
entredicho su carrera arriba de los cuadriláteros. No le teme a nadie y
está hambriento de acción. Por eso, como siempre, se prepara sin mirar
rostros ni apellidos de sus oponentes.
Ahí está El Canelo, es el centro de una conferencia que goza de la
ruidosa parafernalia televisiva, incluida la participación de actores y
jilgueros. El campeón welter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) para su
quinta defensa, enfatiza que su combate del 15 de septiembre contra
Josesito López (30-4, 18 KO) será una guerra de los encordados.
Con el protagonismo que regala una batalla en Las Vegas y la fama que
arrastra desde hace un par de años, el tapatío arriba a las
instalaciones del Grupo Modelo arropado por curiosos y cazaautógrafos.
Álvarez, multiplicado por numerosas imágenes fabricadas por los
organizadores, respira hondo a cada cuestionamiento. Su voz es un espejo
de la seguridad que emana el campeonato mundial.
Dueño del título y del momento. Sentados, a unos metros de él, Jhonny
González, campeón pluma del CMB y su retador, Daniel Ponce de León,
aguardan alguna pregunta. Ellos completan la función “Reyes del Ring” y
en la conferencia actúan conforme al script. Dos guerreros mexicanos sin
más palabras que las necesarias para elogiar al rival.
Josesito también aguarda los cuestionamientos, todos con la misma
manufactura. Nadie cree en su capacidad para complicar al Canelo. Cinco
kilos menos que el campeón y aún con las cicatrices de su batalla contra
Víctor Ortiz, juegan en contra del valiente boxeador, arrojado, pero
carente de recursos para asustar al criticado ídolo de televisión.
“No tengo el mismo peso que El Canelo, sé que soy ?flaquito’, pero eso
no evitará que haga una gran pelea”, se engalla Josesito, al grito de
Independencia, por la fecha del pleito.
De frente, tal como lo hizo cuando noqueó a Víctor Ortiz, en junio
pasado, el nacido en California no se achica. Sabe que la oportunidad
del título le llegó de carambola, tras caerse tres rivales que esperaba
Álvarez. Consciente de la circunstancia, no quiere desperdiciar el
momento. La vitrina es grande y luminosa, y en ella quiere permanecer
por algunos años. Ahí está la fama… y el dinero.
“Ningún peleador es invencible”, se convence, “y hay que encontrar la
manera de ganar. Sea como sea la pelea, tengo que subir con todo,
dispuesto a hacer lo que sea para ganar”, declara el bravo verdugo de
Ortiz.
José Sulaimán, presidente del CMB, atestigua el evento, así como
managers y representantes de los pugilistas. Mas la estrella del momento
captura la atención de cámaras y micrófonos. Como panal, el pelirrojo
atrae a decenas de reporteros y fotógrafos, todos quieren captar sus
últimas impresiones.
El Canelo, frío, con frases hechas, apenas reconoce las cualidades de
Josesito. Sus palabras no convencen. Sí sus golpes, aunque aún no tiene
rival que lo comprometa. Por eso él anhela medirse al estadounidense
Floyd Mayweather. Aunque la gente quiere verlo contra Julio César Chávez
Jr., su oponente mediático, como su origen.
