Culiacán, Sin.- Se cumplen ya 3 años del “cobarde” asesinato de Rafael Chávez González, el hermano del gran campeón Julio César Chávez González, en hechos ocurrido un 25 de junio por la tarde noche en la capital del estado, crimen que hasta la fecha ha quedado impune, como muchos tantos más, expresó Roberto Chávez González, señalando que eso les da tristeza ya que no hay el seguimiento adecuado de parte de las autoridades locales y estatales.
Por su parte, Rodolfo Chávez González resaltó que desgraciadamente así es la vida y aunque siguen firmes, sí ha sido muy pesado el asimilar que Rafael, conocido como “El Borrego”, ya no está con ellos.
Los hermanos de Rafael expresaron que estos tres años han sido difíciles, sobre todo para su mamá, la señora Isabel de Chávez, ya que su hermano andaba en buenos pasos, y además de ayudar a muchas personas era un gran ser humano.
“No andaba haciendo el mal, andaba haciendo el bien y la verdad qué triste pues que las autoridades nunca resuelven nada aquí en Culiacán, se quedó impune lo de mi hermano y como lo de muchas gentes también, pues se quedó impune también, o sea no hay seguimiento, no hay nada, es lo que a nosotros pues sí nos ha dado coraje y nos da tristeza que nunca se resolvió nada”, declaró Roberto.
“Una desgracia muy fuerte y sigue siendo triste porque todos los días convivíamos yo y él, ha sido muy pesado para todos mis hermanos, fue muy pesado para mi mamá, todos resentimos mucho la muerte de mi hermano y nos pesa mucho, desgraciadamente pues así es la vida, pero estamos bien gracias a Dios”, aseguró Rodolfo.
Hasta el momento, el asesinato del hermano de Julio César Chávez González, según declaraciones de su hermano Roberto, sigue sin ser esclarecido, un acto donde “El Borrego”, así conocido entre sus amigos y familiares, fue asaltado dentro de su misma casa.
Por su parte, Annel “Borreguita” Chávez, una de las hijas de Rafael Chávez González, escribió en las redes sociales cómo fue que recibió la triste noticia, relatando que queda un gran vacío por su padre, el cual dice lo siguiente:
“Hace 3 años recibí una llamada que nadie queremos recibir, me dicen: Annel asaltaron a tu papá, no sabemos cómo está, le dispararon y se corta la llamada, le llamo a mis hermanos. Y les digo algo le pasó a mi papi, vayan a su casa, devuelvo la llamada a mi tío para saber cómo está mi papá y solo escuché: nos lo mataron, en ese momento mi mundo se detuvo y un dolor enorme se apoderó de mí, me dolía respirar, el pecho se me cerraba, me resistía a creer lo que estaba pasando.
Me llevaron de emergencia a la clínica porque me puse mal por mi embarazo, cuando me estabilizan pedía que me llevaran donde estaba mi papá, lo cual no se me permitió porque mi estado era delicado, me tuvieron que hacer una cesárea de emergencia, yo pedía al doctor que no me durmiera, sentía que si me dormían no iba a poder despedirme de mi papá. El doctor me dijo: si no te tranquilizas y comes no te daré de alta, era tan grande mi desespero, mi hija nació a la 1.25 am. Y a las 5 pm logré que me dieran de alta de la clínica, me fui directo ala funeraria toda medicada, cuando llegué y lo vi sentí que estaba en un sueño del cual tenía que despertar, al verlo en esa caja parecía que dormía pero imaginar que ya no lo volvería a ver, que no conoció a su nieta, no se me permitió ir al entierro, me dieron unos minutos para despedirme de él, hablarle y no tener respuesta de él, no volver a escuchar decirme: mande, hija, darle un beso, el último, saber que esa sería la última vez que lo vería, que ya no tendría esos abrazos que solo él sabía que te hacían sentir protegido.
Él siempre decía: mientras yo esté nadie les hará daño porque yo no lo voy a permitir, es algo que no le deseo a nadie pasar por lo que yo pasé, pasaban los días y pensaba que en algún momento me llamaría o mandaría mensaje como solía hacerlo, que iría al grupo y lo vería como siempre pero conforme pasaba el tiempo su ausencia dolía más, él ya se había ido para siempre.
Fueron muchos los meses que viví peleada con Dios, le cuestioné por mucho tiempo por qué lo había permitido ahora que él era un hombre de bien, un buen padre, buen hijo, buen hermano, un buen amigo para mi mamá, hasta que pude entender que Dios siempre tiene un propósito y hoy le doy las gracias por los años que me lo prestó como padre, por permitirle que él pudiera compensar todo el tiempo que anduvo mal, que le permitió estar bien con su familia, que como él decía éramos su vida, sus hijos, sus nietas, su pegoste mi mamá, el amor de su vida y que él pudiera saber lo orgullosos que estábamos de él, por el hombre que se había convertido lo extraño todos los días y siempre va vivir su recuerdo en mi corazón hasta el día que Dios me preste vida”.