México, DF.- Sí, hay cuentas por cobrar. Porque en un clásico las afrentas pasadas no
se olvidan tan fácilmente y quedan para acrecentar la rivalidad.
Cruz Azul y América tienen mucha historia entre ellos; desde aquella final de la campaña 1971-72, donde La Máquina humilló a los Cremas (4-1), hasta la Liguilla de la temporada 1988-89, donde las Águilas obtuvieron la revancha (5-4).
Hay cuentas por ganar.
“Desde que llegas hay un mensaje: contra el América no piensas siquiera en perder”, confiesa Néstor Araujo.
La rivalidad se mama desde la cuna: “En fuerzas básicas son juegos a
muerte, no exagero. La semana se vive de forma especial y el día del
juego no dejamos de decirnos de todo con el rival, dentro y fuera de la
cancha, será por la inexperiencia de quienes jugamos. Ya cuando estás en
Primera no te dices tantas cosas, pero al final la rivalidad queda, ahí
está y estará por mucho tiempo. No miento, los respeto, pero me hierve
la sangre al ver la camiseta del América”, añade.
Sin paternidad
Del lado americanista niegan que exista paternidad de Cruz Azul, con
cuatro juegos sin poder derrotarlos (tres triunfos y un empate).
“¿De qué paternidad me hablan?”, contesta en tono molesto el técnico Miguel Herrera.
Para paternidades, según “El Piojo”, “lo que pasó con Puebla y
Monterrey (más de 20 años de los Rayados sin ganar en el estadio
Cuauhtémoc), esa sí era una jetatura, pero cuando de repente un equipo
gana 12 partidos y luego otro tres, después el otro cuatro… Esas no
son jetaturas, son sólo rachas y ya”.
Es más, para Herrera es mucho más importante el hecho de haber impedido
que Cruz Azul haya entrado a la Liguilla pasada. “No podría decir que
hay cuatro partidos que no le ganamos, porque el pasado -aunque no lo
hiciste- sales con una satisfacción, ya que lo dejaste fuera de la
Liguilla. El que ganes o no… Nos beneficiaba el empate. Obviamente,
ellos lo sienten como una derrota. Son rachas. Hoy, son cuatro partidos
que no se le gana a Cruz Azul, pero este es nuevo”.
Rachas o jetaturas, hay cuentas por cobrar y hay que recaudarlas de buena forma.
“Cada juego es diferente -apunta el capitán cementero Gerardo Torrado-.
No importa si las rachas son largas o cortas, lo importante es saber
jugar esos partidos. Es un clásico y la atmósfera es muy diferente”.
Apunta el volante que el que las Águilas tengan un equipo relativamente
joven “no es ninguna ventaja. Veo un plantel americanista muy completo y
muy poderoso. Ellos tienen un gran equipo, pero al final no importa lo
que ellos hagan o los jugadores que presenten, importa lo que Cruz Azul
ofrezca”.
Son juegos para ganar, “sí, pero no se va la vida en ello, lo importante
es el título, mas para aspirar a él, primero hay que pasar diferentes
niveles y el clásico es uno de ellos”.
Sin odio
Eso sí, los huesos crujirán, las patadas llegarán, pero al final, todo
es cuestión deportiva, porque odio no habrá en el terreno de juego del
estadio Azul, el cual seguramente estará a reventar.
Así lo manifiesta Herrera.
“El odio no debe existir en ningún tipo de deporte. Puedes tener mal
sentimiento o una cosa externa así por algún equipo, pero ¿odio?. Yo
no”.
Quiere ganar: “Para que la afición esté contenta, orgullosa, porque
sumaremos tres puntos más y seguiremos en persecución de los de arriba
para meternos de lleno en la pelea por la clasificación, pero no tengo
odio por algún equipo”.
De igual forma piensan los Cementeros: “La rivalidad crece ante equipos
de la misma ciudad. Hay gran rivalidad y eso se siente en la calle -dice
Torrado-. Pero no es para pensar o tener ese sentimiento de odio.
Queremos ganar y ya”. Lo cierto es que hay deudas pendientes.
Quizá sea esa final del 72 en la que Cruz Azul arrasó; o quizá sea la
del 89, cuando el América cobró venganza; quizá sea la racha
americanista que duró más de siete años o la cementera que apenas lleva
cuatro juegos.
Pero hay cuentas por pagar.
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